Las cubanas no quieren esperar más y durante el primer mes del año ya comenzaron a reunirse para armar los famosos picaditos intergeneracionales.
Empieza el año nuevo y con él los ya clásicos “picaditos” de enero. Algunas los esperamos con ansias porque las vacaciones tocan en otra época del año, otras lo suman a la dura pretemporada que exige el hockey y otras simplemente lo toman como un recreo o una vuelta al deporte.
Empezamos el primer encuentro siendo 14, usando mitad de cancha y con las muñecas un poco oxidadas, pero lo que predominó fue la risa, los chistes y obviamente los goles. Y con ese entusiasmo nos empezamos a juntar los lunes y jueves, en donde poco a poco se fue sumando más gente, gente de 18 que este año deja las ligas menores para pasar a plantel superior, gente que viene de lejos para disfrutar de un momento de goce, gente que juega hace 45 años y sigue dejando todo en la cancha, gente que por alguna razón dejó el hockey y viene a darse el gustito de volver a agarrar el palo, gente que es madre, que es árbitro, que es fanática, que es estudiante, que es laburadora, que es muy joven, que es mayor (no muy), que entrena con micro short, o chomba mega calurosa, que corre como gacela y otra que parada en su lugar tiene el timing perfecto para quitar una bocha. Gente que grita, gente que es más callada, gente que viene a poner música y otra que trae regalitos.
Esto es lo que representa los “picaditos” de enero, encuentros de grupos de personas muy diversas que tienen como denominador común el amor al hockey.
El 6to y último partido se jugó con 22 personas en cancha entera, con las muñecas ya aceitadas y las piernas más firmes, en donde la risa, los chistes, los goles y la pasión siguieron siendo protagonistas y en donde el último encuentro fue, obviamente, en el 3er tiempo.